Cada día es una sorpresa nueva al llegar a nuestra clase. En el día de hoy desde la puerta de entrada hasta la alfombra, la clase estaba llena de unas manchas por todo el suelo.
El nerviosismo y la curiosidad nos invaden a todos.
Todos nos sentamos en la alfombra y empezamos a hacer una lluvia de ideas de que son esas manchas.
La primera idea es que Ñac Ñac está implicado. Pronto llegamos a la conclusión de que no son manchas, sino que son huellas.Aquí recogemos cronológica y ordenaamente las ideas que han ido diciendo los peques.
Pero no queda aquí todo. Si hay un lobo en la clase habrá que buscarlo.
De momento Nikola ha encontrado en el libro de Ñac Ñac una misteriosa nota.
Juntos hacemos por leerla.
Acordamos que debemos ayudar al lobito. Pero lo primero es saber donde estará. Así que registramos nuevamente el aula en busca de ese lobo con algo de miedo, la verdad sea dicha.
Ponemos la clase patas arriba en busca del lobo.
Aquí tampoco está. Por aquí no se ve.
Nikola lo vuelve a hacer encontrando en la biblioteca, en el fondo de la misma, algo sorprendente.
Es el lobo Jacobo. Es más pequeño de lo que pensabamos. Lo que ocurre es que como procede del mundo de los cuentos, al llegar a la clase se ha transformado en un peluche. E igualmente, sólo lo podemos escuchar con la imaginación, no con los oídos.
Con más miedo que nosotros, Nikola lo acerca hasta la alfombra y uno a uno, nos presentamos al lobo Jacobo para que confíe en nosotros
Con todo lo ocurrido, hemos decidido comparar nuestras huellas con las de Jacobo, por lo que la actividad de hoy ha sido ver como serán nuestras propias huellas. Unos buenos platos con pintura, un gran papel, mucha paciencia y agua calentita es todo lo que hemos necesitado para llevar a cabo esta divertida actividad, que hemos complementado con un soporte físico donde discriminar las huellas del lobo.
Así son los días en nuestra clase.
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