De ese encuentro nacieron muchos intercambios que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana. En clase, a los niños les encanta descubrir que el chocolate, la patata, el maíz o el tomate no siempre estuvieron aquí.
Hablamos de cómo esos alimentos viajaron en barcos, igual que lo hicieron las palabras, las canciones o las costumbres. ¡Imaginamos el asombro de los primeros españoles al probar el cacao o ver una patata por primera vez!
Las canciones de Lucrecia y los Lunnis ilustran a los peques tras ellos haber explicado todo al pie de la letras (las carabelas, Colón, los alimentos encontrados, la Rábida...).
La actividad central es identificar en su desayuno que producto tomamos gracias a este viaje fortuito.















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