Se nos ha pasado comentar que pasó con el ogro. Al día siguiente trabajamos las letras de su nombre, las decoramos, y pintamos su cara partiendo que teníamos que pintarle su nariz con la punta de la nuestra. Ains qué divertido.
Luego lo pintamos como es debido. Y nosotros también.
Para no olvidar como ayudarle, le hicimos un gran cartel junto al cual apuntamos todo lo que queríamos que hiciera para que no volviera a ser malvado.
Y este fue el resultado de un día tan intenso. Había que hablar con Juan para que le devolviera todo y no tuviera que perseguirle. Y el ogro debía de poner una contraseña, candado, vigilante y cerradura a su castillo para evitar nuevos robos.
Que chulada!! Ya va cobrando vida otra vez ese pasillo
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