Gracias al visionado de nuestra compi, hemos hecho todo lo posible por dar un protagonismo absoluto a las rosas.
Las rosas han estado muy presentes estos días en clase. Empezamos elaborando una nota a nuestras familias pidiendo dos materiales necesarios.
La belleza de una rosa es infinita. Y antes de empezar a trabajarla, nos paramos a contemplarla y disfrutar con ella de todas las emociones que nos transmite.
Pero las flores son efímeras, sobre todo cuando nos dicen que hay que despojarlas de todos sus pétalos. Nosotros somos muy bien mandados.
La ayudante del día le añade 2 litros de agua destilada para que coja su olor. Por eso se le llama agua de rosas.
En la espera trabajamos la flor en un formato individual. La dibujamos. Escribimos cosas que hemos aprendido, como que tienen espinas, nacen de los rosales y que las hay de muchos colores, no sólo de color rosa.
Como el perfume todavía no está listo, vamos a simular en un frasco la rosa de la película La Bella y la Bestia, aunque se nos antoja (a petición popular y contra los deseos del maestro) rellenar el frasco de agua y ponerle purpurina para que sea mágica.
No hay tregua, el cespín hay que plantarlo. No tiene relación con las rosas pero no podemos demorarlo más.
Ahora sí, la rosa está lista (a ver lo que dura porque el agua descompone la plastilina, aunque ya dijimos que las flores duran lo que duran).
Al día siguiente terminamos nuestra colonia. Añadimos medio litro de alcohol y esencia de rosas en un bote vacio y agitamos.
Nos preparamos a separar los pétalos de las rosas del agua.
Mezclamos el agua de rosas con el alcohol con la esencia disuelta.
Otro buen meneo.
Plasmamos todo el proceso para recapitular todos los ingredientes y pasos (con pictogramas).
Y ya sólo queda rellenar los frascos y disfrutar de esta fragrancia tan agradable.
Y siguiendo con los perfumes, hemos olido y jugado a identificar otras esencias: menta, limón, fresa, maracaya, multifrutas...
Y tenemos a Miriam como ganadora de dos de los olores. La mejor nariz de la clase sin duda.
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