Cuando las abejas, mariposas o el viento llevan el polen de una flor a otra, las plantas pueden reproducirse y crear nuevas semillas. Sin la polinización, no tendríamos muchos de los alimentos que comemos, como manzanas, tomates o zanahorias. También ayuda a que los ecosistemas sigan funcionando, ya que muchas plantas dependen de este proceso para sobrevivir.
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